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Nuestro Sendero (II)

Pero el mero hecho de dar algo, de ofrecer algo, no es suficiente. Hemos de hacerlo con entusiasmo y con un intenso impulso interno. Damos al Piloto Interno en nosotros y en los demás.

Cuando estamos dando a los demás, tenemos que sentir que estamos dando a lo divino en esas personas, al Supremo dentro de ellas, el cual necesita ahora esta ayuda nuestra. Cuando oferecemos amor divino a alguien debemos hacerlo con alegria y de todo corazón. Pero, mientras damos, no debemos sentir que le estamos haciendo un gran favor a la otra persona, que somos superiores por estar en condiciones de ayudarla. ¡No! Hemos de sentir que Dios nos ha dado una gran oportunidad para servirle y deberíamos estar agradecidos a la persona que nos ha puesto en la situación de dar o servir al Supremo en ella. Tenemos que sentirnos agradecidos por haber llegado a ser Sus instrumentos elegidos cuando Él bien podría haber elegido a otros. Tenemos que mostrarle constante gratitud por el hecho mismo de que nos haya empleado a nosotros. Este tipo de devoción es nuestro servicio dedicado.

Después viene la entrega. No se trata de la sumisión de un esclavo a un amo. Un amo ordinario criticará al esclavo, sintiéndose él siempre perfecto. Pero en el caso del Supremo no ocurre así. Cuando Él trata con nosotros, siente que nuestras imperfecciones son Sus imperfecciones. Cuando encuentra fallos en nuestra naturaleza, Él siente que todos estos fallos son Suyos. A menos y hasta que seamos perfectos, Dios nunca sentirá que es perfecto. Dios es omnisciente, omnipotente y omnipresente; eso es cierto. Pero cuando se trata de la perfección manifestada sobre la Tierra, Dios siente que aún es imperfecto en mí, en ti, en todo el mundo. El mensaje de la perfección perfecta no ha despuntado aún sobre la tierra. Nos entregamos a Dios de todo corazón, sabiendo perfectamente bien que lo que tenemos es prácticamente nada y lo que somos es prácticamente nada. Si le damos a Él nuestra nada, devenimos un instrumento elegido del Supremo y permitimos que Su perfección crezca en nosotros.

Amor, plenitud y Dios, siempre van juntos. Dios nunca estará satisfecho con algo incompleto, no-realizado, no-colmado y no-manifestado. Él quiere de nosotros la realización, la revelación, la manifestación y la perfección. Si estas cosas no se producen durante esta vida, tendremos que pasarentonces por muchas más encarnaciones. Pero Dios no permitirá que nadie quede sin realizar y sin colmar. Hoy es el momento para que tú realices a Dios. Mañana será el momento para que tu amigo realice a Dios. Pasado mañana será el momento para que algún otro realice a Dios. Hay un momento para cada persona, que llamamos "la Hora elegida de Dios". A la Hora elegida de Dios, una persona está destinada a realizar a Dios.

Nosotros sentimos que nuestro sendero es más fácil y más efectivo en el sentido de que no tenemos que leer millones de libros para conocer lo que es la Verdad. No tenemos que ejercitar nuestra mente día tras día para saber qué aspecto tiene la Verdad. ¡No! La Verdad está dentro de nosotros, y está clamando por salir a la superficie. Pero desafortunadamente hemos mantenido la puerta cerrada y no estamos dejando que la Verdad salga.