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3. PyR: la mente silenciosa

P. ¿Cuál es la mejor forma de tratar con los pen­samientos no divinos que vienen durante la meditación?

R. En cuanto un pensamiento nega­tivo o sin aspiración entre en tu mente, debes tratar de emplear tu aspiración para rechazarlo, porque durante la meditación todo es muy intenso. Cuando estás hablando o involucrado en las actividades cotidianas, puedes tener cualquier tipo de pensamiento, porque tus pensamientos no son intensos en ese momento. Pero si un pensamiento no divino viene durante la meditación, el poder de la meditación lo agranda y lo intensifica. Tu vida espiritual se debilita en cuanto permites que tu mente se abandone a pensamientos no divinos durante la meditación. Si llega un pensamiento bueno, puedes intentar agrandarlo, o puedes intentar elevarlo a un nivel superior. Pero si tienes un pensamiento malo, procura cortarlo de inmediato.

¿Como lo harás? Si el pensamiento que te ataca viene desde el mundo externo, intenta convocar la voluntad de tu alma desde el corazón, y llévala justo delante de tu frente. En cuanto la voluntad de tu alma sea vista por el pensamiento que está intentando entrar en ti, ese pensamiento está destinado a desa­parecer.

Pero si no tienes la capacidad interna para hacer esto, no te sientas derrotado. A veces, cuando vienen pensamientos negativos durante la me­ditación, el aspirante siente que la fuerza de ese pensamiento negativo es tan poderosa, que aunque haya meditado dos o tres horas, no le sirve de nada. Entra un pensamiento ordinario o negativo, y él siente que lo ha perdido todo. Eso es una tontería. Siempre y cuando no dejes que tu mente se extienda en ellos, no deberías darle ninguna importancia a los pensamientos negativos en ese momento en particular.

Si pensamientos emocionales, pensamientos del vital inferior o pensamientos sexuales entran en ti durante la meditación y no eres capaz de mantenerlos fuera o expulsarlos, intenta sentir que esos pensamientos son tan insignificantes como hor­migas. Sencillamente no les prestes ninguna aten­ción. Si puedes sentir que el poder espiritual que has recibido de tu meditación es infinitamente más fuerte que el poder de los pensamientos nega­tivos, entonces esos pensamientos negativos no pueden utilizar tu poder meditativo para sus propios fines. Pero lo que ocurre a menudo es que te asustas terriblemente de estos pensamientos y te extiendes en ellos. Al pensar en ellos y tenerles miedo, les das poder.

Es cierto que los pensamientos negativos pueden volverse intensos durante la meditación. Pero puedes fácilmente hacer salir pensamientos buenos, que son infinitamente más poderosos. Durante la meditación, cuando te vengan pensamientos negativos, intenta recordar una de tus experiencias divinas más dulces o más elevadas. Entra en la experiencia que tuviste hace unos días o hace unos años e intenta traerla a tu conciencia mental. Verás que mientras estás completamente inmerso en tu propia experiencia, el pensamiento del plano vital inferior está destinado a abandonarte, porque la alegría más alta, más profunda y más pura está en tu conciencia. La alegría divina es infinitamente más poderosa que el placer. El deleite-néctar de tu propia experiencia espiritual es infinitamente más poderoso que las fuerzas de tu vital inferior. De este modo puedes resolver el problema sin dejar tu meditación.

Los pensamientos negativos vienen a atacarte y a quitarte tus sentimientos divinos, tus pensamientos divinos y tu poder divino. Pero si prestas toda la atención a los pensamientos divinos y sólo fomentas y albergas los sentimientos divinos, en muchos casos los pensamientos negativos se marchan sencillamente. “No le importamos,”–dicen–“no tenemos lugar aquí”. Los pensamientos negativos tienen también su orgullo y son terriblemente celosos de los pensamientos divinos. No se interesan por ti si tú no te interesas por ellos.

Hasta ahora he estado hablando de los pensamientos que vienen de fuera. Pero a veces los pensamientos no divinos vienen desde dentro. Al principio es difícil distinguir entre los pensamientos que vienen de fuera y los que vienen de dentro. Pero poco a poco podrás sentir la diferencia. Los pensamientos que están viniendo de afuera pueden ser rechazados más fácilmente que los pensa­mientos que te atacan desde adentro. Pero cuando los pensamientos impuros y negativos salen de dentro de ti, puedes hacer una de estas dos cosas. Puedes intentar sentir que hay un orificio justo en lo alto de tu cabeza. Haz que los pensamientos fluyan hacia afuera como un río que solamente va en una dirección y no regresa. Entonces se han ido y te has librado de ellos. El otro método es sentir que eres el océano ilimitado, todo calma y quietud, y que los pensa­mientos son como peces en la superficie. El océano no presta atención alguna a los escarceos de los peces.