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Autoconocimiento

Tratemos de conocernos a nosotros mismos. Tratemos de observar lo que verdaderamente somos. Muy a menudo sentimos que somos criaturas insignificantes. No tenemos a dónde ir, nada que conseguir y nada que dar. Esto es lo que sentimos en nuestra existencia de cada día. Pero lo que verdaderamente somos es totalmente distinto de lo que sentimos. Todos somos hijos de Dios. En cada momento Dios está vertiendo en nosotros algo divino y algo verídico. Él espera mucho de nosotros, pero nada que esté más allá de nuestra capacidad. Él sabe lo que conscientemente podemos ofrecerle. Ahora mismo sentimos que somos débiles, sin importancia, inútiles. Pero en los Ojos de Dios somos divinos, somos fructíferos, somos infinitos.

Estamos cometiendo errores constantemente. La raíz de nuestros errores es nuestro cuerpo, el físico. Sentimos que no hay nada más allá de lo físico y, al mismo tiempo, que no hay nada en lo físico. Y aquí es dónde estamos cometiendo un error de lo más deplorable. Si vamos más allá de nuestro cuerpo, más allá de nuestra conciencia física, vemos Paz infinita, Alegría infinita, Dicha y Poder infinitos, todos esperándonos anhelantes.

Entonces, si profundizamos en nuestro interior, en lo profundo de nuestro cuerpo, vemos y sentimos el alma. Esta alma es el mensajero de Dios sobre la tierra. Si podemos estar en sintonía con la música constante y espontánea del alma, nuestras vidas estarán libres del sufrimiento, la miseria, la frustración, el miedo y la preocupación. Nuestras vidas serán un éxito constante, un logro constante y una plenitud constante.

Así pues, o tenemos que profundizar dentro del cuerpo, en las más íntimas cavidades de nuestro corazón, o tenemos que ir más allá del cuerpo, más allá del plano físico, más allá de la conciencia física. Tenemos que descubrir nuestro verdadero Ser, ya sea hoy o mañana o al día siguiente. La mera predicación no será suficiente; el estudio de libros no será suficiente. Si en modo alguno predicamos la verdad, el evangelio, la filosofía espiritual, debemos predicar lo que vivimos y practicar lo que queremos ser.

La Visión de Dios es el hombre, y la realidad del hombre es Dios. El hombre puede negar a Dios. Su ignorancia puede hacerle sentir que no hay Dios ni hay necesidad de Dios. Pero la Compasión de Dios nunca puede negar la existencia del hombre. Dios está hecho de Compasión, Compasión infinita. El hombre está hecho de ignorancia. Siempre que digo “el hombre” me refiero a la mente humana, el cuerpo humano. Puesto que el hombre es en realidad el descendiente de Dios. Realizar a Dios es el derecho de nacimiento del hombre. La divinidad es su herencia. Pero el hombre está cansado, el hombre está frustrado, el hombre quiere vivir en la oscuridad. El hombre está muy a menudo satisfecho con sus limitaciones. Así, ¿qué puede hacer Dios? Si no hay búsqueda sincera, si no hay esfuerzo, si no hay aspiración, Dios tiene que rebajarse en este apagado, ignorante ser humano.

El hombre necesita a Dios, pero lo niega. Dios necesita al hombre, y está orgulloso de contarle al mundo Su necesidad. El hombre quiere ciertamente obtener todo de Dios, pero no quiere darle a Dios reconocimiento alguno por Su Gracia y Su Compasión infinitas. Pero Dios muestra abiertamente Su Orgullo en los logros humanos. Si estamos aspirando, veremos y sentiremos en seguida la verdad de esto. Dios está constantemente orgulloso de nuestro logro, de nuestra aspiración, de nuestra existencia.

Quisiera deciros a todos vosotros que no alberguéis la idea de que Dios ha sido un fracaso, que Dios ha fallado a Su creación. Estas ideas son completamente erróneas. Dios no ha fracasado. Somos nosotros quienes sentimos constantemente que Dios y la creación de Dios son dos cosas totalmente diferentes. Pensamos que “Dios está en el Cielo y nosotros en la Tierra. Dios no se interesa por nosotros. O si lo hace, Él no tiene fuerza para corregir, rectificar o perfeccionar Su creación”. Esta es una concepción errónea de la Verdad. ¿Qué sabemos nosotros acerca de la Perfección de Dios, la Visión de Dios, la Realidad de Dios, la Conciencia de Dios? Con nuestros ojos humanos ¿qué buscamos? Perfección, logro, éxito. Para los Ojos de Dios, estas cosas se ven totalmente distintas. El éxito del hombre y el éxito de Dios no son necesariamente lo mismo. El éxito de Dios es la experiencia, y esa experiencia puede tomar la forma de éxito o de fracaso. Él nos da estos dos tipos de experiencia.

Cuando vivimos en el alma, sentimos que nuestra alma tiene toda la responsabilidad por nosotros. Cuando vivimos en el cuerpo, vemos que nuestro cuerpo no es sino estupidez. Así pues, si vivimos en el alma, tendremos la experiencia espontánea de la plenitud. Pero si vivimos en el cuerpo, tendremos la experiencia espontánea de la frustración y la miseria. Nuestro éxito y nuestro fracaso tienen muy poco que ver con la sabiduría de Dios, la experiencia de Dios y la operación de Dios en el mundo físico. Él es nuestro éxito, Él es nuestro fracaso, Él es el hacedor y Él es la acción. Si podemos ver la presencia de Dios en cada acción, luego ver la acción misma como Dios, y más tarde el resultado—éxito o fracaso—como Dios, y por último el hacedor de la acción como Dios, entonces todos nuestros problemas se han terminado. Somos verdaderamente el más alto Orgullo y Visión de Dios si conocemos el secreto de vivir en el alma aquí en la Tierra y allá en el Cielo.

Universidad de San Carlos
Cebu City, Filipinas
30 de octubre de 1969